Monster Of Rock (1994)

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Previa

Septiembre 1994, la Argentina de la pizza y el champagne a full. El riojano privatizando cada parte del estado que encontraba a mano y en el medio nosotros, quizás comprando cosas extranjeras como nunca antes (recuerden lo que era ir a una disquería en ese entonces, cd’s x $ 20 de la nacionalidad que sea) los que podían viajando al exterior frecuentemente (Miami, Camboriú entre los destinos favoritos, según el bolsillo) y toda esa nube de pedos que fue el  1 a 1, que terminaría explotando por los aires años después y lamentablemente derramando mucha sangre también.

En ese contexto llegaba por primera vez a suelo argentino un festival grande de Heavy Metal, si bien las visitas internacionales, que pasaban de largo en los 80s, en los 90s eran moneda corriente, así ya habían pasado, Bon Jovi, Iron Maiden, Metallica, Guns n´ Roses y miles más a espacios chicos como Obras, Halley, Cemento etc., este festival nos permitía por primera vez, jugar en las grandes ligas metaleras del mundo. Nosotros felices.

Y así llegó ese tan esperado y soñado 3 de Septiembre, con la entrada comprada meses antes, nos dirigimos (tres amigos y yo) al Monumental de Nuñez para una jornada histórica. No sé por qué, quizás por la adolescencia misma, pero recuerdo que en esa época íbamos de mañana a hacer la cola para entrar al campo, ya había ocurrido con Bon Jovi, Metallica, Maiden etc, práctica que hoy me parece tan inútil, ya que por estos tiempos, entro al recital 10 minutos antes que se inicie. La cola era una verdadera jungla, thrashers, glamers, rockeros de todas las edades y cuando digo todas las edades voy desde los 12 hasta los 60, kisseros (los de la vieja guardia, algunos maquillados, los ochenteros y los atraídos por “Revenge” quizás, más heavys) todos en una sana convivencia entendiendo que era una fiesta y que nada podía opacarla. Un improvisado partidito de futbol kisseros contra Hermetiqueros sobre la vereda de Av. Figueroa Alcorta, un pastor evangélico tratándonos de convencer de que Kiss significada la llegada del diablo a la tierra, sanguchitos, algunas cervezas, una caña Legui, todo entre risas… y se abrieron las puertas.

Gatos Sucios

Gatos Sucios fue el grupo encargado de abrir la velada, entre las corridas para entrar, la cantidad de gente apostada en las puertas, cuando llegué finalmente al campo la banda terminaba su set con la canción “Sobre tus tetas”, una propuesta medio punk para lo que fue el cartel y que no fue muy bien recibida por la gente que estaba frente al escenario que devolvió a cada canción con una munición de proyectiles y escupitajos. Costumbre que por suerte en el futuro cambiaría.

Hermética

Un cambio de último momento en la grilla por la decisión de Manowar de no hacer gira sudamericana y entonces qué mejor que poner a la banda más grande del Metal nacional en su reemplazo. Todavía había mucha luz cuando Iorio y cía tomaron el escenario, y ni bien comenzó a sonar la batería demoledora de “Cráneo Candente” desató una verdadera fiesta a todo pogo para un grupo minoritario apostado adelante. Los temas fueron pasando, y la banda de a poco se fue sintiendo más cómoda sobre  el escenario,  quizás, demasiado grande, acostumbrados a los lugares en los que venían tocando. En esa época yo seguía a Hermética a todos lados y sus shows eran experiencias únicas,  auténticas misas metaleras, donde la banda era una aplanadora y el feedback con el público inigualable, cosa que nunca ninguna banda argentina logro repetir. Así es que el show lejos fue de ser de lo mejor de su historia pero sin embargo fue una fecha que quedó grabada en todos los metaleros que amamos la gran H. Cosecharon aplausos, saludaron y se fueron. Dejando todo preparado para la parte internacional. Y la gente seguía entrando.

Black Sabbath

Ya había caído la noche y se escucharon los teclados de Geoff Nichols con una introducción que dio paso a “Children Of The Grave” y la banda con tres de sus miembros fundadores entro en escena y todos, que teníamos todavía fresco el recuerdo de las presentaciones en Obras dos años antes nos preparamos para repetir la fiesta.

Lamentablemente no fue así, ya que en aquella ocasión en Obras, contaban con ese pequeño gigante que es Dio en las voces, un monstruo que manejaba al público como quería y que podía cantar cualquier tema de cualquier época, y esta vez debo decir que su vocalista Tony Martin casi que arruino el show, con una voz que fue perdiendo fuerza a través de los temas para quedar totalmente desdibujada al lado de la banda que sonó a la perfección, con un Will Ward (que había retornado semana antes del show) que la rompió toda y un Iommi que como siempre, nos regaló las melodías más hermosas creadas en el Metal.

Los temas fueron una selección de clásicos, cosa que le jugo en contra a Martin, ya que con el reciente regreso de Ward, quedo confinado a la etapa de los temas de Ozzy en los que hizo agua. Solo brillo en “Headless Cross” único tema que sonó y que fuera compuesto para su voz. Por suerte en breve volvería el gran Ozzy a la bruja y bueno… el resto es historia.

Slayer

Ya con el estadio al palo, y donde no se soportaba más los codazos, empujones y golpes, las luces se apagaron y una voz nos decía NIOJ SU, NIOJ SU (únansenos al revés) una explosión y el estadio cubierto de luces rojas daba ingreso a Slayer con “Hell Awaits” y el barrio de Nuñez se había convertido en el infierno mismo, y que decir de la banda de Mr. Hannemann, llevo más de 31 años de recital en recital y no hay banda en vivo como Slayer, agregado que esa noche era la primera vez que todos los veíamos, con esa dupla de guitarras Hannemann/King que debe ser una de las mejores de la historia del Metal, con un Paul Bostaph que demostró que no le quedaba grande el sitio dejado por Lombardo y Tom Araya, un monstruo que pasa de los alaridos infernales a hablarnos entre tema y tema con la ternura de una maestra de jardín de infantes. El listado de temas fue casi igual al registrado en “Decade Of Agression”  por lo que recuerdo. Se fueron ovacionados y prometiendo un rápido regreso (que por suerte cumplirían) y dejando la  sensación de haber visto semejante banda en su mejor momento.

Kiss

Cuando Slayer abandono el escenario, el núcleo más duro del publico decidió irse para la parte trasera del campo, o bien retirarse del estadio, como en ese momento miles de kisseros quisieron estar más adelante, la presión se hizo insoportable, hubo desmayos, peleas, falta de aire, el campo era un verdadero campo de batalla. Cuando pensaba que iba a morir ahí mismo se apagaron las luces,  y luego de una introducción épica, la esfinge de Gizeh (la misma que usaran en la gira de “Hot In The Shade”) abrió lentamente su gran boca y allí estaban ellos, los 4 fantásticos con los brazos en alto, una luz roja cubrió todo el estadio, de un salto los músicos se acomodaron en el escenario y el comienzo no pudo ser más apropiado “Criaturas de la noche” con toda la emoción de ver por primera vez a nuestros héroes de la infancia, el segundo tema fue “Deuce” que hizo lagrimear a más de un veterano en la parte final en la que ensayan un paso de coreografía con sus instrumentos, nuestros sueños se habían hecho realidad, los posters de nuestra habitación habían cobrado vida, el listado de temas fue un viaje a los años 70s más algunos de “Revenge”, pasando por alto casi toda la etapa ochentera y las baladas. Paul Stanley se metió al público en el bolsillo con su ya clásico “yo no entiendo español, pero entiendo sus sentimientos y sus corazones, y mi corazón es suyo “  cantando y bailando todo el show demostrando que estaba en su mejor momento, Gene acompaño con su bajo y su voz y jugo con el público que ya estaba entregado por completo a sus pies y en general los 4 músicos parecieron disfrutar mucho el show y el recibimiento, hasta emocionándose con el clásico “soy Kissero, es un sentimiento…”. Luego de casi dos horas de show todo concluyo como siempre con “Rock N’ Roll All Nite” donde Paul y Gene visiblemente conmovidos prometieron volver pronto (lo harían semanas después para unos cuantos Obras). La felicidad de la gente era impresionante, atrás habían quedado las burlas por ser kissero, por el maquillaje, las cargadas porque pisaban pollitos y otras fabulas argentas, la amenaza de bomba en la bombonera en el ‘83 y cancelación del show. Kiss había saldado una deuda de años y Bs. As. se convirtió en una nueva ciudad del rock para la banda quienes jamás rompería ese vínculo con sus fans iniciado esa noche.

La noche había llegado a su fin y nos esperaba un largo regreso a casa, en un puestito de hamburguesas nos enteramos que entre el show de Black Sabbath y Slayer dos personas murieron al intentar pasar de la platea alta a la popular y que Kiss había querido suspender el show  por esta tragedia, pero los convencieron que podía ser peor si lo hacían.

Conclusión

Recuerdo haber estado semanas para recuperarme, me dolió la espalda durante mucho tiempo y el dedo gordo del pie derecho estuvo mucho tiempo inflamado por un pisotón. Mis amigos tardarían más en recuperarse. Hoy, en pleno 2021 escribir sobre noches como estas, me hace sentir la nostalgia del tanguero y su melancolía de que todo tiempo pasado fue mejor.  Yo nunca deje de ir a recitales, sobreviví a todas las modas, y a todos los gobiernos y recordando esa época de oro de principios y mediados de los 90s, sin internet, sin celulares, sin redes sociales, donde todo se vivía a flor de piel y no había filtros que pudieran disimular nada, me hace sentir feliz, porque sé que pertenecí a una generación metalera que pasamos por todas, las buenas y las malas, y eso, los que vivimos intensamente, jamás lo olvidaremos.

Por Diego Porpatto

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